jueves, 18 de febrero de 2010




VENTANA
Sólo se amaban a través del cristal, uno en cada cara. Las yemas de sus dedos, al deslizarse, producían el mismo sonido que las suelas de goma sobre los pisos mojados. La nariz, las manos y los pechos se oprimían como peras aplastadas contra la ventana. Habían encontrado el modo de amarse en superficie, evitando las mezclas recíprocas de la sustancia. Sus cuerpos se perseguían en una coreografía lenta y torpe, como los polos de un imán. Y al besarse, un beso sin espesor, sus bocas parecían globos de pintura roja que alguien hubiera lanzado contra el cristal.
Aquel día, alguien había desmontado los grandes cristales del ventanal para limpiarlos.
Ellos, sin sospechar nada, fueron al encuentro.
Susana Barragués, "Los ladrones de cerezas".

1 comentario:

eli dijo...

Qué buen beso!!